La ideologÃa siempre nos fragmentará, hará crujir la fraternidad, pondrá en entredicho la comunión. Pero en esencia nosotros no somos las ideas, sino los principios superiores que subyacen a esas ideas. TodavÃa recuerdo, no sin cierto bochorno, cuando nos gustaba manifestarnos ante el mundo como “leninistasâ€, porque era lo más fuerte, extremo y sectario. Ese absurdo alarde entonces marcaba diferencia. Nos daba una imagen de tÃos duros y sabidos. Era todo puro teatro, infantilidad supina. La función acabó cuando, al cabo de demasiados años, reparamos por fin en que Lenin ejerció una gran crueldad para intentar llevar su "dictadura del proletariado" adelante. Ya no jugaremos más a esa frivolidad de sentirnos separados del mundo... |
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